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  • Foto del escritorGaby Witencamps

Triste campero, un “Cross a la Mandíbula”.

El viento, los pájaros, el mar, el tiempo como un remolino nos coloca frente nuestros ojos tres personajes que se irán presentando con sus respectivas particularidades; un croata, una mujer apasionada y un escritor de la otra orilla.

Juan Vucetich, investigador de las huellas dactilares. Florencio Sánchez, escritor empleado en la oficina de Antropometría y su correlato del caso de Francisca Rojas, una india de Ayacucho.

Una dramaturgia brillante donde la historia, la literatura y el teatro se fusionan para resignificar el rol de personajes emblemáticos cuyos destinos se cruzaron en la historia de la criminología. Una adaptación que propone una nueva re-significación al caso de Francisca Rojas desde un lugar mas empático hacia el universo femenino de la época. La obra propone un relato no lineal atravesado por imágenes llenas de metáforas poéticas que nos conducen hacia otra reconstrucción de los hechos en relación al asesinato de los hijos de Francisca Rojas, cuya representación nos deja un nudo en la garganta de emoción.

La implementación del sistema dactilográfico creado por Juan Vucetich en este caso penal revela un costado científico y frio para juzgar el filicidio de una mujer india y “despechada” frente al abandono de su marido, El Ponciano. Luego, la intervención de Florencio Sánchez y su mirada sensible y poética como escritor nos acerca a una mirada mas humana sobre los hechos, tal vez porque su obsesión por el caso de Francisca deja lugar a la pregunta, a lo no dicho. Florencio Sánchez se apresenta en escena como un bicho raro, algo que solía pensarse de él en la época y su apariencia bien lograda lo termina de confirmar,un hombre alto y encorvado. En su rol como empleado en la oficina de Antropometría, vemos un Florencio atormentado y obsesionado por el caso de Francisca debido a su misterio,hecho que lo lleva a escribir un manuscrito sobre Medea.

Francisca, juzgada por las mujeres de la época y abusada por los hombres vinculados al circuito amistoso de Ponciano, debe enfrentarse a todos los prejuicios frente al caso por ser mujer: “Demasiados Hombres para este triste campero que es mi vida” frase final que define su postura como ser indefenso frente a un sistema de justicia social donde el abuso y la violencia frente a una mujer abandonada y engañada en un contexto totalmente patriarcal y machista no cuenta aún como delito.

Triste campero nos atrae frente a tanta entrega corporal y tanto universo simbólico meticulosamente construido alrededor de un caso controversial en la historia de la investigación forense que solo ofreció una fría mirada desde la objetivación de los hechos. Francisca Rojas, chivo expiatorio de un sistema de premio y castigo añejo que aún sigue vigente.


Ficha técnica:



María Laura Belmonte / Alejandro Lonac / Francisco Mendieta. Escenografía y vestuario / Hilaria Menoyo Iluminación / Federico Genoves Asistencia técnica / Carolina Simonetti Diseño gráfico / Víctor Hugo Fernández Fotografía / Fernando Cipriani Dramaturgia y dirección / Nelson Mallach

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