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Foto del escritorGaby Witencamps

L.U.N.S.E.S.L.O :deshilvanar la costura del género femenino como Impostura.


“El terciopelo hace rechinar mis dientes, me eriza,

como me erizaban los guantes de hilo en la infancia y, sin embargo, para

mí no hay en el mundo otro género comparable. Sentir su suavidad en mi

mano, me atrae aunque a veces me repugne. ¡Qué mujer está mejor vestida que aquella que se viste de terciopelo negro! Ni un cuello de puntilla le

hace falta, ni un collar de perlas; todo estaría de más. El terciopelo se basta

a sí mismo. Es suntuoso y es sobrio.”

En “ El vestido de Terciopelo”de Silvina Ocampo


La desnudez que aparece como autenticidad frente al disfraz de la apariencia. Una actriz/bailarina que juega con la extravagancia de unas normas de conducta que parecen conducirla más al ridículo que a su afirmación como ser humano. En escena aparecen atuendos que se

convierten en portadores de la muerte, o bien, obsesionan a una mujer en su búsqueda de originalidad: se trata de un motivo recurrente en toda la pieza, quizá por el poder diferenciador y, paradójicamente, uniformador de la ropa y, quizá también, como símbolo del conflicto entre ser y parecer.

Un vestido como disfraz que aparece con un sorpresivo artilugio mágico. Un atuendo que determina el género y generalmente condena a sus portadoras a una clase o estereotipo social. La convención de roles y el juego ambiguo que se desprenden en el combate por salir de ese disfraz , por su parte, justifican el sometimiento de la condición femenina en una sociedad patriarcal: espacio poco halagador el de ser mujeres en un mundo de reglas impuestas por los hombres sobre la belleza de nuestros cuerpos.

Un vestido como tortura que denuncia el orden social al que se pertenece,

un orden que condena a la sumisión.

La intromisión, la ironía y el humor negro producen una incomodidad (angustia o desesperación, a

veces) que obliga a no dejar de observar de modo expectante lo que acontece , por el contrario: alimenta la curiosidad de saber hasta dónde culmina la rebelión de la ropa (si

sólo es de la ropa).

Como en todos los casos, cuidar de la apariencias supone reprimir un deseo y la perfomance del género es siempre un desafío: los vestidos muestran tan abiertamente el cuerpo, el sexo de la mujer que desea ser deseada y encajar que la femeneidad misma se convierte en representación en la vida real.


Ficha Técnica:

Idea, dirección e interpretación: Paloma Ardeti Música: Matías Shegnfet Asistencia: Manuela Prado Cano Producción FantasmaDanza Cía de danza contemporánea

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